20 febrero, 2011

ARCO

Tradicionalmente los artistas trabajaron siempre por encargo. Así los autores de los capiteles , los cuadros de iglesia o los retratos de los prohombres de cada época. Incluso los retratos a gente de baja condición, caso de los bufones de Velázquez eran encargos reales. A partir del siglo XVII, con el nacimiento de la burguesía, comienzan los retratos a gente perteneciente a este grupo social y se difunde la pintura de paisajes. En el XIX el artista se "separa" del encargo y realiza obras independientes que buscan un comprador. Se inicia un recorrido más o menos formal hasta que, a M. Duchamp se le ocurre la idea de presentar su famoso urinario en una muestra colectiva, dando lugar a un movimiento imparable hacia el "achatarramiento" contemporáneo del cual, salvo honrosas excepciones, es un ejemplo la feria ARCO. Conceptualmente la idea de D. es interesante aunque su recorrido, en mi opinión, tan limitado que se termina en el mismo, como sucede con su frase de "arte es todo aquello que el artista decide que es arte". Algo que siempre le sucede al discurso de este pensador.
Cuando veo el catálogo de la Feria (hace tiempo que deje de ir por aburrimiento) tengo siempre la sensación de estar, aunque pasen los años, ante el mismo muestrario; las mismas cosas, repetitivas y tediosas. Debe ser un problema de esta"academia", puesto que de eso se trata. Hecho de menos aquellas vanguardias que surgían contra el sistema, enfrentadas al poder y que murieron cuando éste, el poder, decidió convertirse en promotor de las supuestas novedades. Un arte contemporáneo en el que todo vale con tal de parecerse, un arte controlado por gente indocumentada que ejerce una dictadura cerril y burda. Un arte moderno que, muchas veces, no pasa de ser una mediocre chatarra. En fin que me fui a visitar la exposición del arte románico en la fundación Mapfre para empaparme de modernidad.

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