05 abril, 2011

AMOR EN EL SUPER


Él hacía la compra distraído. Necesitaba algunas cosas y las iba metiendo en el carro a medida que las veía. Ella tenía prisa, compraba todo lo de la semana e iba tachando de la lista lo que ya había cogido de los estantes. El super estaba medio vacío a esa hora, la de la comida.
En el pasillo donde están las pastas y las latas de mejillones y las otras, él se paró un momento guiándose por el capricho. Ella dobló la esquina con prisa y chocaron. ÉL le pidió los papeles del seguro y ella sonrió. Lo siento, caballero, pero me acabo de sacar el carnet y, diciendo esto, se relajó un poco. La conversación fue así de breve, poco más. Se separaron para encontrase de nuevo en las colas de las cajas. Ella, al verlo, ralentizó su paso. Él lo aceleró. La sincronía fue tan perfecta que coincidieron en las puertas del ascensor que conducía al aparcamiento. Entraron, estaban los dos solos, tenían apenas un minuto. No hablaron del tiempo, ni miraron al techo. Él le dijo eres tan bella, ella sonrió de nuevo. Se abrazaron y se dieron un beso. Luego se abrieron las puertas y no se volvieron a ver nunca más. O sí, muchas veces, en el recuerdo.

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