27 marzo, 2011

DESENCUENTROS

El despertador sonó, sonó un buen rato hasta que una mano de naúfrago surgió de entre las sábanas y lo paró. Eran las seis y cuarto. Fuera todavía estaba oscuro y parecía hacer frío. Luca se levantó procurando no despertar a su mujer, se duchó y vistió lentamente comenzando por los pantalones, como siempre había hecho. Preparó su desayuno y, cuando lo hubo tomado, salió de su apartamento. Desde hacia veinte años ésa era una de sus rutinas. Al llegar a la calle notó el frío en su rostro, una sensación muy agradable. Se dirigió a la parada del bus mientras meditaba en sus cosas. En la empresa la situación era bastante mala, unos cuantos compañeros habían sido víctimas de eso que llamaban, para suavizar las cosas, un ERE y que en realidad, según decía él, debería de llamarse un APC o lo que es lo mismo, a la puta calle. Luca, como responsable, debía decidir quienes se quedaban y quienes no. Su trabajo, tan desagradable en los últimos años, le había llevado a plantearse si merecía la pena llevar ese tipo de vida. Luca estaba en crisis, una crisis existencial profunda. Esas cosas meditaba cuando llegó a la parada del bus y se situó en la cola. Sonó el despertador. Al cabo de un rato una mano de naúfraga surgió de entre el océano de sábanas. Se hizo el silencio. María se levantó despacio procurando no despertar a su marido que dormía plácidamente. Después de pegarse una ducha regresó a la habitación. Estaba desnuda, su cuerpo era muy bello, había ganado con los años como ganan los vinos que imitan a los cuerpos. María se vistió y se dirigió a la cocina, preparó su desayuno y el de su compañero, regresó a la habitación, le dió un maquinal beso y salió a la calle. Desde hacia diez años esa era su rutina. Se dirigió a la parada del bus y se colocó en la fila. El bus tardaba en llegar, había huelga y los servicios mínimos no se cumplían del todo. Una multitud esperaba. La pasividad del principio había dejado paso a una ira contenida que comenzaba a ser insuficiente. Luca se giró para ver cuánta gente había tras él y se encontró con ella, que hizo un gesto llamativo, como de decir "esto es lo que hay" o "así son las cosas". Sus miradas se cruzaron por unos instantes y fue como si el mundo se hubiera detenido. Luca, algo turbado, recuperó su posición y abandonó sus reflexiones. Aquella mirada le había llamado la atención, esa mujer era realmente muy atractiva y-" si le dijera de ir a tomar un café"-, tal vez era lo mejor que se podían hacer en esas circunstancias pero, ella podía rechazar la invitación, lo que le situaría a él en una posición desagradable y crearía un equívoco lejano a la realidad, al fin sólo pretendía charlar un rato. De todas formas el no ya lo tenía y estaba seguro de que en ese gesto , aparentemente anodino, se encontraba alguien digno de ser conocido. María, cuando Luca le dió la espalda pensó que era un hombre interesante y que tenía una mirada triste, como llena de huequitos, le hubiera gustado que la invitará a tomar un café, hablar con él, salir del gris cotidiano. Total el bus no llegaba y allí hacia demasiado frío. Luca volvió a girar la cara buscando el rostro de ella y ella le miró y se sumergió en sus ojos... El bus no llegaba.

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