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Así estaban las cosas cuando conoció a Luis, que era todo lo contrario. Fue una amistad breve pero le hizo reflexionar. Luis, pese a su grave enfermedad, tenía una mirada extrañamente positiva sobre el mundo, siempre decía que el verdadero éxito consistía en aceptar el fracaso, desengáñate Daniel, al final todos fracasamos de una forma u otra. Estaba contento de que el destino le hubiera señalado a él y no a sus seres queridos con el mal que le aquejaba.
Fructificaron esas conversaciones y Daniel empezó a cambiar su mirada. Sus ojos oscuros y opacos se volvieron más claros y su expresión más limpia. Incluso algunos días , a ratos , olvidaba su diferencia. En esas ocasiones , era capaz de conversar de una manera natural, sin tensiones , sin hacer discursos negativos. Fue así como comprobó que la gente dejaba de huirle, incluso algunos buscaban su amistad. Poco a poco fue recuperando cierta esperanza. Tal vez el pudiera aspirar al amor, a cierta manera de amar. No obstante, el temor al fracaso le hizo ser excesivamente cauto . Cuando conoció a María, tan tímida, frágil y sensible se enamoró de ella pero jamás se lo dijo y, fue tal su disimulo, que ella nunca se percató de nada. Buscó con insistencia su amistad y en ella se fue transformando en un ser cada vez más delicado, bondadoso y detallista. El camino iniciado con Luis se completó con esta nueva amistad. Daniel llegó a ser el mejor amigo, el confidente, el paño de lágrimas y el que más la hizo reír.
Un compañero del alma.
Pasaron los años, los novios, un breve marido. Con idas y venidas, con períodos de más estrechez y de mayor distancia, María siempre regresaba, herida, golpeada por el dolor de causado por aquellos que no supieron acariciarla. Daniel siempre estaba ahí ,disponible en la penumbra, dispuesto a escucharla, a ser su paño de lágrimas. Cuando le llamaba, en los ojos de Daniel se encendían las estrellas y su rostro se iluminaba con una bella sonrisa. Daniel salía de su letargo y corría a su encuentro, disimulando la prisa.
Así fue siempre, creo, porque me fui de aquella ciudad y nunca volví a verles pero, a veces pienso en ellos y me pregunto qué pasaría. Hacían una bonita pareja.
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